Translated by Ana M. M.
Cada vez que el tema de las enfermedades de transmisión sexual (STIs) sale a la luz, en secreto me emociono y me entra el pánico al mismo tiempo.
Me emociono porque como persona con herpes, y específicamente como escritora con herpes, paso mucho tiempo considerando la complejidad de lo que significa vivir en un cuerpo compartido con un virus, particularmente uno de esos a los que la sociedad le ha impuesto un código de silencio y vergüenza. Cuando se trata de un discurso significativo, el herpes prácticamente es territorio sin explorar. Disfruto del proceso de navegar en nuevas ideas, de construir una narrativa para mi que desafíe los clichés heredados de STD.
Me entra el pánico porque, más veces de las que no, estas conversaciones no le dan la bienvenida a alguien como yo. En los entornos sociales informales y en los medios, STIs son repetidamente usadas como remate final. No es raropara campañas de salud invocar al miedo y a la aversión para alentar a la prueba o al uso de barreras entre su público objetivo. Incluso en los círculos donde se habla de sexo-positivo, la prevención es a menudo centralizada en el punto de demonizar a personas portadoras. Independientemente de la intención, las enfermedades de transmisión sexual tienden a ser representadas en una luz negativa.
Avergonzarse de las enfermedades de transmisión sexual es una presión particular contra la vergüenza al cuerpo que sigue subiendo sin control porque la mayoría de los que estamos para resistirnos a ella nos sentimos silenciados por la propia vergüenza. Hablar acerca de las enfermedades de transmisión sexual puede dar miedo. Dado este contexto hostil, las personas bien intencionadas son propensas a perpetuar los estereotipos sin sentido y sin darse cuenta, simplemente porque no han aprendido otra cosa.
Por supuesto no todo el mundo es bien intencionado y no todas las opiniones negociables. Pero ahora no estoy escribiendo para las personas de malas intenciones. Escribo para los lectores que creen que todos merecen amarse así mismos y que las fuerzas culturales que quieren convencernos de lo contrario deben ser cuestionadas.
Las sugerencias que siguen están basadas en experiencias de primera mano como persona con una enfermedad crónica de transmisión sexual y muchos intercambios que he tenido como colegas de una afección similar. De todas formas, no puedo ni quiero hacer una declaración en nombre de todos —¡porque hay millones de nosotros! Con diferentes diagnósticos, historias y perspectivas, somos imposibles de condensar en un párrafo.
Aunque harían falta más de seis pasos en una lista para desmontar el estigma de las enfermedades de transmisión sexual, examinar nuestra participación en esta jerarquía del cuerpo reflejando nuestras elecciones en el lenguaje es un poderoso paso en la dirección correcta.
1. ¿Bromas acerca de las enfermedades de transmission sexual? No lo hagas.
Podría haber escrito un artículo entero sobre por qué tu broma acerca de lasSTDs no son divertidas. En cambio, puedes leer un excelente análisis de cómo funcionan las bromas aquí.
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En realidad me gustan mucho las bromas y también pienso que hay un lugar para el humor y el sarcasmo que da luz a lo que de otra manera es duro y difícil. Pero si algo no es duro y difícil para ti, si está fuera de tu esfera directa de conocimiento, entonces no es de lo que debes bromear, y puedes hacerlo mejor.
Pasa.
2. Evita la palabra limpio.
El opuesto de limpio es sucio. Manchado. Impuro. Si te llamas a ti mismolimpio, ¿qué estás diciendo sobre mi?
Para mucha gente, al principio de diagnosticarles un STI, sienten que algo les está siendo arrebatado. Con la suciedad y la rotura viene el no merecimiento —de amor, de sexo, de felicidad—. Palabras como “ limpio” , cuando se pronuncian una y otra vez, refuerzan sutilmente este mensaje.
Enfermar es parte de la vida. Quién no ha tenido dolor de estómago, o un catarro o una intoxicación. Hay consecuencias naturales de cohabitar un mundo con bacterias, plantas, viruses y otros animales. Ser propensos aenfermar no nos hace sucios o anulan nuestro valor.
3. Tener una STI no significa padecerla.
Para algunas personas, la enfermedad se siente de verdad. Para otras, no. Las dos son importantes. Pero etiquetar a la mayoría de grupos enteros como enfermos reduce a la gente a víctimas a la vez que promueve la división entre los afectados y los que están libres de enfermedades de transmisión sexual. Podemos resistir esta posición adoptando un lenguaje neutral, dándonos un espacio individual para autodefinirnos. Y entonces reflejar su vocabulario escogido.
4. Hablar como si alguien con una STI estuviera escuchando.
Porque probablemente estemos haciéndolo. Las enfermedades de transmisión sexual son increíblemente comunes. La mayorías de los americanos adquiriremos al menos una cepa de HPV en su vida; en cualquier luhar entre el 50 y el 90% llevan una cepa de herpes; y hay cerca de un 1.5 millones denuevos casos de clamidia en ls Estados Unidos cada año. No digo esto para asustarte —sólo para destacar que coger una STI es, de hecho, muy, muy normal.
Debes estar pensando, “Pero yo no tengo una STI y no conozco a nadie que la tenga tampoco”. Lo complicado del asunto es que la mayoría de la gente con STI no lo sabe. Muchas de estas infecciones pueden vivir en un cuerpo sin causar síntomas, síntomas leves también pueden ser ignorados o malinterpretados.
Aquí dejo unos ejemplos de micro-bochornos que he oído en mi día a día:
“Imagina llevar a alguien a casa y que te digan que tienen una enfermedad de transmisión sexual. Sería como una muerte silenciosa.”
“Estamos en 2019 y todavía la gente coge enfermedades de transmisión sexual. ¿Nunca han oído hablar de los condones?”
“¡El sexo seguro es sexy! Lo que no es sexy es contraer una enfermedad de transmisión sexual o quedarse embarazada.”
“Ella se ha acostado con muchas personas. Probablemente tiene herpes.”
Debido al intense stigma que empuja a la gente que guarder silecio sobre su condición, y las estadísticas, es razonable concluir que todos sabemos portadores actuales o anteriores de STI.
5. No asumas la condición de alguien.
Alguien incluye a tu pareja, tu socio, tu Nuevo amigo, tu padre, tu cliente… y tú. Utilizando el estado negativo como retórica predeterminada, tiene consecuencias para la población afectada y la que no.
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Un inmenso número de casos de STI salen a la luz cuando los individuos equivocadamente conjeturan si ellos o sus parejas están libres de infecciones. Algunas personas han sugerido que en un paraje sano donde la mayoría de los portadores no saben acerca de su condición, debería ser más seguro dormir con alguien que se sabe que es positivo, comparte la información, y toma precauciones — lo opuesto a alguien que piensa que son negativos. De esta manera, Renato Barucco propone expandir la combinación binaria positive-negativo en un espectro de estados.
No solo plantean supuestos riegos incalculables, también cambian injustamente la responsabilidad sobre los portadores. Esto quiere decir que se espera que se haga el trabajo de iniciar las conversaciones y la protección de nuestras parejas cuando de hecho, estos son responsabilidades compartidas inherentes a la decisión mutua de intimar.
6. Comparte tu condición negativa cuando sea apropiado.
Muy a menudo veo un post en social media en la línea de “ Todos deberían hacerse un test, averigua tu condición” – Hasta ahora bien. Pero entonces “ he recogido mis resultados hoy, negativo para todo! ¿Qué propósito tiene declararlo en público?
Entiendo el deseo de no contraer una STI y proteger a tu pareja todo lo possible. En serio, lo entiendo. Pero hacer alarde de tu condición negativa descarta las diversas historias de gente con STIs, insinuando que nos merecemos lo que tenemos, que cometimos un error, y que somos algo de lo que no deberíamos estar orgullosos. En realidad, nadie es inmune al riesgo de una STI, porque los condones no tienen protección total y tampoco hacerse un test. Porque la información y los servicios no son accesibles por igual para todos. Porque las parejas deshonestas y las violaciones son una realidad. Como lo son personas de confianza, hermosas, gente que ha dado positivo en STI a las que consideramos que merecen una oportunidad.
Ser capaz de compartir abiertamente tu condición sin miedo a las consecuencias es un privilegio. Tener una enfermedad de transmisión sexual, de algún modo te expone a que te juzguen, al rechazo, al acoso, y en el caso del SIDA, a la discriminación sistemática.
Ciertamente, hay etapas que cuando declaras tu condición negativa son útiles o importantes —por ejemplo con una pareja potencialmente sexual o como descargo de responsabilidad cuando discutes sobre experiencias personales. Antes de anunciar tu estado, pregúntate por qué hacerlo.
7. Conoce tu papel. Habla acerca de lo que sabes.
Cuando sale algo de lo que no sabes, deja quehable otro. Como educadores, activistas, o apoyo, debemos entender que hay escenarios donde queremos hablar, incluso aunque no seamos expertos en lamateria. En esos momentos, nuestra participación es más efectiva si delegamos en esos que están afectados y entienden nuestra relación con la situación, incluyendo los límites del entendimiento.
Avergonzarse de las enfermedades de transmisión sexual no ayudan a nadie. Convencer a la gente de que esté asustada de las STis no las previene de difundirlas, ahora mismo el estigma desanima a la gente de la detección de infecciones, divulgando su historia sexual y la búsqueda de un tratamiento. Cuando permitimos a esta actitud cultural persistir, estamos firmando el dolor final, ansiedad, y el odio a si mismo que mucha gente con STIs está tratando intensamente de superar.
Si aceptamos una interacción de vergüenza en nuestro cuerpo, ¿cómo vamos a resistirla en otras formas? Conscientemente afirmando el valor intrínseco de todos los cuerpos, sin importar su condición, podemos romper el ciclo de la corrección positiva de STI, la marginación y reticencia de preservar el status quo.
[Feature Image: Photograph of two people talking outside against the setting sun, which is filtering through the trees in the background and illuminating the scene. The person on the left has shoulder-length dark curly hair and is wearing a white blouse with rolled-up sleeves and a long necklace. The person on the right has short reddish hair and a beard and is wearing a starched white button-up shirt, also with rolled-up sleeves, with a red tie. The person on the right is gesturing as they talk. Source: Rawpixel.com]
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